viernes, 7 de octubre de 2011

14 días perdidos en la montañas argentinas

Planeaban unir dos refugios de montaña y erraron el camino.  El se  accidentó y ella caminó días enteros, casi sin comida.Dormían al aire libre y amanecían nevados. Ya están a salvo.

Ahora, Brendan Timmis y Su-Yi Leen esperan el alta médica de él para volver a Australia.
La pareja llegó a Ushuaia en enero y tenía planeado recorrer Sudamérica durante un año.


(Fotografía: http://www.pagina12.com.ar/1999/99-03/99-03-20/pag14.htm)

14 días perdidos.
Temblando de frío, con un puñado de caramelos como última reserva de comida, y con la pierna derecha partida en dos, Brendan Timmis seguía siendo optimista. Hacía varios días que estaba perdido junto a su novia, Su-Yin Lee, en una montaña de Bariloche. Pero el muchacho jamás se resignó.
-¿Querés casarte conmigo cuando volvamos a casa? -le preguntó el turista irlandés a su compañera de aventura, según él mismo contó ayer a Clarín.
Ella, una australiana de 31 años que lo había estado llevando en andas desde que él se fracturó una pierna, aceptó sólo si salimos vivos de esta pesadilla, ironizó. Catorce días después de perderse en la montaña, el encargado de un refugio los encontró muertos de frío y de hambre. En ese momento, pusieron la fecha de casamiento: la boda, prometieron, se hará en noviembre, en la ciudad australiana de Perth, donde viven. Desde la cama del Sanatorio San Carlos, en Bariloche, y poco despúes de haber sido operado de la rodilla, Brendan habló con Clarín y contó la odisea que le tocó vivir junto a su novia en plena montaña.

Malinterpretaron un mapa.
El irlandés, de 28 años, y Su-Yin - descendiente de inmigrantes chinos - se conocieron hace dos años en la empresa petrolera donde trabajan: los dos son ingenieros. Fue un amor a primera vista, resumieron a coro.Hace unos meses, resolvieron pasar sus vacaciones en Sudamérica: se compraron ropa de montaña, botas y una guía de viajes que, si hubiera sido leída correctamente, les hubiera permitido tocar varios picos de la Precordillera. Pero algo falló. Arrancaron en Santiago de Chile y empezaron a bajar. Pasaron por Torres del Paine, tocaron las bases antárticas de distintos países, escalaron buena parte de los 3.400 metros del Fitz Roy. Y llegaron a Bariloche a fines de febrero. El miércoles 3 de marzo viajaron 30 kilómetros hasta el Lago Jakob, que está al lado de un refugio -llamado San Martín- que los andinistas suelen tomar como punto de partida. Estudiamos bien el recorrido y arrancamos, dijo Brendan. Pero evidentemente, no interpreté bien el mapa: supongo que confundí el Valle de la Chata con el Valle de Goye, relató. La primera noche la pasaron en el refugio del Cerro Navidad. A la mañana siguiente, intentando retomar el camino correcto, la pareja tomó un sendero de piedras que bordeaba un barranco. 

La caída.
Entonces Brendan Timmis trastabilló, rodó varios metros hacia abajo y escuchó un ruido extraño. Cuando advertí que estaba fracturado, perdido en plena Patagonia y sin ninguna manera de comunicarme con nadie, pensé que me moría. Se salvó de morir porque su mochila absorbió el impacto las tres veces en que se estrelló contra una roca. Fue ella la que me mantuvo con esperanzas de volver, repetía ayer. Cuando el hombre se fracturó, la mujer tomó la iniciativa. Lo primero que se me ocurrió fue entablillarlo con las varillas de la carpa, explicó. Y decidieron esperar en ese lugar hasta que los viera otro andinista. Pasó un día, dos, tres. La escena siempre era la misma: él acostado, aguantando el dolor de la pierna que se le hinchaba cada vez más. Ella era la encargada de ir a un arroyo a buscar agua. Y pasó el cuarto día, el quinto, el sexto.El martes 9 de marzo se dieron cuenta de que se habían comido todas las pasas de uva: les quedaba muy poca comida, algunos caramelos, unas pocas galletitas. 

Se separaron.
Cambiaron los planes: decidieron que Su- Yin iría sola a buscar ayuda. Le dejó la comida al enfermo y salió con los caramelos y las galletitas. Bajó hasta el Tristeza, un brazo del lago Nahuel Huapi. Y se le encendieron los ojos cuando vio una piedra con las siglas del Club Andino Bariloche. Pero se le empañaron de bronca cuando, a tres días de andar sola, seguía sin encontrar ayuda. Ya sin nada que comer, regresó a buscar a su novio. 

- Todo era tan remoto. Tuve visiones de que la gente nos encontraba, como esqueletos, dentro de 10 años - dijo Lee.  

La travesía, que había sido planeada para cuatro días, se estaba haciendo demasiado larga. Decidimos que, de alguna manera, teníamos que movernos hacia el este, donde sale el sol. Fue así que, mirando los mapas, fijamos como objetivo una depresión que hay entre los montes Bailey Wills y Negro, recordó Su-Yin. Avanzaron de a tramos. Primero, ella se calzaba su mochila, caminaba cien metros, dejaba la carga y regresaba a buscar el equipaje de su novio. Finalmente, en el tercer viaje, volvía a desandar los 100 metros para buscar a Brendan, a quien prácticamente llevaba aupa. Tardaron horas en llegar a destino, entre tormentas de nieve y lluvia. Se habían quedado sin fuerzas y sin alimentos. Pero él se empecinaba en mantener la esperanza: Me parecía un desperdicio morir así. Yo siempre soñé con una familia... Por eso le propuse matrimonio.

La salvación.
En el medio del camino, el cielo empezó a despejarse y, por fin, descubrieron un refugio. Allí los recibió Claudio Fidani, encargado del lugar. No podíamos creer que apareciera ese lugar en medio de la nada, se reían ayer los futuros esposos. Los bajaron en caballo. Al pie de la montaña los esperaba una ambulancia. Brendan asegura que en ese momento se le ocurrió preguntarle a su mujer si estaba dispuesta a regresar a Bariloche para pasar ahí la luna de miel. 

Fuente: http://edant.clarin.com/diario/1999/03/20/e-05001d.htm 

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